sábado, 25 de julio de 2009

¿Y LA BASURA?


Años atrás cuando la basura se acumulaba dentro de nuestras viviendas existía un hábito único para deshacernos de los desperdicios. Hoy perdido ese habito en los más oscuros rincones de los tiempos de pulcritud y decencia. Recuerdo en los diferentes lugares, urbanizaciones, calles, avenidas, pasajes de la ciudad donde se concentra la mayor cantidad de población; que excedía enormemente en la sobreproducción de basura.
Un afán tonto por generar más problemas en contra del Medio Ambiente en un futuro no muy lejano. Aquellos años, la población en general esperaba paciente hasta inquietamente en las esquinas de sus cuadras; a un bullicioso camión encargado del recojo de la basura, en los diversos horarios que ya nos tenían acostumbrados.
Quien no recuerda los obsoletos triángulos que servían para alertar a la población de la llegada inesperada de los viejos vehículos. A muchos nos dejaban aturdidos hasta con problemas auditivos, ya no sabíamos quien hacia más escándalo. Si esos bulliciosos triángulos o los chatarreros; que con micrófono en mano, ahuyentaban con sus aguardentosas y aullantes voces. Con las promesas eternas de nuestras autoridades se implementaron alarmas sonoras con temas diferentes para el deleite de la ciudadanía. Con el único propósito de salvaguardar la integridad auditiva del vecino contribuyente, seguramente la mejor solución para eliminar o apaciguar esos ruidos espantosos.
Algunas personas acostumbrados a esperar con anticipación, otros presurosos salían a dar alcance al camión, obviamente habían de los que no se percataban de la presencia del vehículo, solo les quedaba resignarse unos días mas con la basura dentro de sus viviendas.
Inexplicablemente por diversos motivos, la costumbre del buen ciudadano fue cambiando radicalmente. Se opto por embolsar la basura y dejarlas en las esquinas de sus respectivas cuadras. En definitiva un mal habito que a la postre generara problemas a corto o largo plazo. Los días que el camión de la basura brillaba por su ausencia era acertado presagiar la catastrote que se venia. Las esquinas se convertían en tierra de nadie, nuestra barbarie sale a flote, nuestros pésimos hábitos se veían reflejados en las esquinas. Se convierten en eminentes focos infecciones listos para germinar; para acabar con una ingenua como tan culpable población. Victimas de sus propios actos. Perros callejeros degustando semejantes banquetes, destrozando y haciendo añicos toda bolsa de basura que se presente en sus hocicos mas sarnosos. Tremendo “faenon” el de los perros a vista y paciencia de los transeúntes que solo se dignan a comprobar y a levantar la cabeza en señal de indiferencia. Poco les importa, lo más razonable seria que sea normal vivir de esa manera dentro de sus casas. Un peligro latente lo es también las cuatro mugrosas patas del mejor amigo del hombre, dispuesto a contagiarnos cualquier tipo de patología en nosotros. Una enfermedad andante del cual tenemos que tener mucho cuidado.
El “Boom” y la moda ecológica, hoy en boca de todos, con una excelente finalidad de reciclar diversos materiales como plásticos, papeles, vidrios o cualquier tipo de material que contribuya a tal magnifica causa. Meta u objetivo preservar el Medio Ambiente incluyendo todas nuestras reservas y recursos naturales.
Una actividad que ha generado en nuestro país, una nueva clase trabajadora dedicada netamente a esta actividad, obviamente desconocen por completo los principios e ideales de las voces que claman respeto a nuestro planeta.
Nos preguntamos que saben ellos de reciclar, si lo único que saben a la perfección es hacer mierda las bolsas de basura. Son concientes y saben lo que hacen, su razonamiento es normal como de cualquier individuo. Se pegan como moscas, el dulce néctar de nuestra basura los atrapa, ahora son atraídos por el plástico; como si fuese el mismísimo oro o el guano de isla hace siglos, pareciese agradarles los olores nauseabundos, sienten gran satisfacción y placer manipular nuestra anhelada basura. Siempre con el perfil y el típico comportamiento del ladrón o vagabundo. Se encogen como caracoles, para pasar desapercibidos, como pulpos manipulan una y otra bolsa, siempre a la expectativa como gallinazos y típicos carroñeros egoístas de compartir solidariamente sus suculentos banquetes y potajes sustraídos de nuestras bolsas. Como mal educados animales mixionan con sus miradas sobre nuestras bolsas, bolsas que son desparramadas listas para ser distribuidas mediante delivery a las diversas frenteras la nuestras casas. Los perros cómplices y aliados de hechos impunes que suceden normalmente todo los días.
Nuestros amigos cuadrúpedos seres que no poseen las mismas cualidades que nosotros, inconscientes de cualquier acto propio de ellos; lógicamente pueden ser justificadas por el instinto y el hambre fulminador de los canes.
Reciclar en el Perú, se ha convertido en un medio de subsistencia. Nos preguntamos a que costo. Llevar una actividad que implica mucha responsabilidad y entrega por parte del voluntario que comprende y concientiza a la perfección el verdadero propósito. Definitivamente, el reciclar no se puede llevar de una manera improvisada; ni mucho menos atentando los principios y el verdadero propósito por el cual ha sido creado tan digna actividad.
Tremenda actividad no puede recaer en personas sin escrúpulos y sin ningún tipo de conocimiento, respeto y educación.La solución final esta en nuestras manos. No permitamos la autodestrucción prematura de nuestra imagen como sociedad. Una imagen tan venida a menos, ya conocida y popularizada por nuestros países vecinos. Mano dura para quienes cometan actos de barbarie en contra del ornato de nuestra ciudad

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