sábado, 30 de julio de 2011

SIN AMENDRENTAMIENTOS

La receta económica a seguir, será la misma, aunque para la coyuntura, la variación es dar mayor énfasis a la inclusión social, suena bonito un crecimiento económico con inclusión social. Esa fue la bandera que se flameo post primera vuelta electoral, la estrategia seguida concluyo con el triunfo ajustado de Ollanta Humala en la urnas. Se opto por una propuesta ya no sé si llamarla “nacionalista” porque en realidad queda muy poco de ella. El triunfo de Ollanta Humala produjo consigo el primer descalabro malintencionado de la Bolsa de Valores, con signos claros de presión por parte de los inversionistas, grupos de poder y dueños del Perú; con la incertidumbre total sobre el rumbo o modelo económico que asumiría el país a partir del 28 de Julio.


Expectativa por ambos sectores de nuestra sociedad, ¿la hoja de ruta? o ¿el plan de gobierno inicial? El periplo emprendido por toda Sudamérica le a aclaro la visión que él tiene para nuestro país, ratificando que nuestro país no tendría porque copiar modelos de otros países, pero si absorber algunas de las experiencias implementadas con éxito por gobiernos de izquierdas progresistas. Toda la experiencia recogida en el exterior; hoy desencadena en seguir con la misma receta emprendida por Fujimori en la década de los noventa y que lo siguieron aplicadamente Toledo y García. Pero hoy ante la autocritica de no beneficiar a todos los sectores de nuestro país, dicha bonanza económica. A dicha receta se le agrega el ingrediente llamado inclusión social.

Gana Perú, la coalición de las izquierdas con el nacionalismo se termino en desvanecer en algo mas “light”, algo mas absorbible y atractivo para el empresariado en general, o quizás estamos frente a la figura de un club de aficionados del nacionalismo en proceso de derechización hacia el modelo económico que antes, era motivo de nauseas para ala nacionalista , un fenómeno típico cuando no hay convicciones ni principios en un verdadero partido o movimiento ideológico, cuando la ideología es desplazada por la ambición o el amedrentamiento financiero de los mercados. Quiero entender que solo es una movida política ante la proximidad del resurgimiento de la crisis financiera internacional, o quizá simplemente sean los rasgos que evidencian la inexperiencia del presidente Humala en el poder, tratando de no emular, lo hecho por García en su primer periodo de gobierno.

Confirmado claramente al nombrar a un gabinete variopinto con personalidades y profesionales destacados en sus respectivos sectores, muchos de ellos repiten el plato o seguirán ostentando cargos políticos y públicos dentro de este nuevo gobierno.

Las contradicciones empiezan cuando uno se pregunta dónde está la gran transformación, que se vendió como plato fuerte de campaña, la renovación de la clase política tradicional o un modelo económico con rostro social donde todos los peruanos nos veamos beneficiados con el crecimiento económico, con programas sociales como un derecho de la población menos favorecida y no como una dadiva o limosna del estado.

Es inaudito como la CONFIEP y la Sociedad Nacional de Minería le ponen las condiciones de juego al nuevo presidente, cuando el verdadero papel del estado es buscar el beneficio y una mejor calidad de vida para los suyos, dichas poses y actitudes de estos señores; que creen ser dueños de la verdad y de la misma manera del Perú; empañan la credibilidad de las promesas ofrecidas en campaña afirmando que es una utopía realizar tal o cual medida. Para estos señores es imposible: subir el mínimo vital, bajar el precio del balón de gas, de imponerles el impuesto a las sobreganancias mineras, crear empresas de línea de bandera, dejar de concesionar el país a manos de nuestros amigos inversionistas.

El Perú quiere la gran transformación, el peruano de a pie, el campesino, el obrero, el indígena, el agricultor, el profesor, el estudiante, la ama de casa; claman por el gran cambio y por grandes reformas para sus respectivos sectores. Ellos optaron por una opción de oportunidades, donde puedan tener el mismo espacio y cobertura que se les dan a los capitales extrenjeros. Que se pueda atender sus pliegos y demandas postradas por años, y encontrar una solución mutua y de entendimiento.

Donde todos los peruanos seamos escuchados, incluyendo los diversos puntos de vista por mas retrógrados que estos fuesen. Donde no haya forma de considerar ciudadanos de segunda o tercera categoría a comunidades étnicas o aborígenes que aún subsisten en nuestra patria. Respetando sus territorios, derechos y las actividades de los cuales ellos sobreviven,

Un momento ¿sobreviven?

Si, sobreviven de manera paupérrima, y son territorios donde la desnutrición, el analfabetismo y la extrema pobreza prevalecen.

¿Por qué se quejan? Se alzan las voces del sistema. Si a pocos metros de ellos están los grandes empresarios mineros y forestales haciendo cola para darles un poco de inclusión social, esperando tan solo la licencia social para poder iniciar con sus actividades.

Si de algo se ha caracterizado el estado, es de estar ausente en esos espacios territoriales; ante la falta de vías de comunicación o por que en verdad les da soroche llegar a esas comunidades. Es por eso que siempre el estado pasa la pelota del desarrollo al campo de juego de los inversionistas para que ellos apacigüen al menos su pobreza e ignorancia, herencia del ausentismo del Estado. Pero muchas veces chocan, los intereses de las empresas transnacionales con los recursos naturales y los territorios intangibles de las comunidades (con sus diversos ecosistemas) o con las actividades de subsistencia (agricultura, pesca y ganadería) de los pueblos ignorados por décadas.

Cuando el entendimiento suele ser nulo y no existe salida alguna ante clamor popular se debe optar por respetar y hacer prevalecer sus derechos que estos tienen sobre sus recursos, dejando de asumir poses autoritarias típicas de un dictador.

El señor Humala tiene el gran reto de apostar por el Perú y su gente, comprendiendo sus necesidades y abriendo así una verdadera política de inclusión social en la economía de nuestro país, donde ellos participen activamente dentro ella, por ejemplo a través de una agricultura a gran escala y extensiva implicando prestamos y asesoramiento técnico y productivo, caminar de la mano con el agricultor. Viendo volver fértiles los terrenos y los sueños que descansaron por años de olvido y de mezquindad del estado. Ese es el papel del estado señores, estar allí presente conocer de cerca sus problemas y carencias con las cuales convive día a día. Velar por esa niñez, la vejez, y el hambre con el que muchos de ellos se atragantan todos los días.

Bonos asistencialistas, no los sacara de la pobreza, como medida paliativa temporal creo es acertada. Se debe invertir en ese capital humano dispersado por todo nuestro territorio, dar oportunidades y creer en ellos. Para así incorporarlos poco a poco al sector laboral ocasionando un impacto social favorable, una vida más prospera para los suyos y el crecimiento del país.

Creo, en esa inclusión social con independencia y sin mucho asistencialismo; no en la inclusión social con dependencia y con bastante dosis de asistencialismo; las sacramentadas y aprobadas por el capital en general solo es para una minina parte de la población, generando así un total desentendimiento del estado de su principal función.

La inversión minera es importante para el crecimiento de nuestro país, pero no olvidemos que tenemos otras actividades que pueden generar divisas tanto o igual que la minería, solo no existe la voluntad de echar mano de ellas. La agricultura, la agroindustria, agro exportación, ganadería, pesquería con responsabilidad, el turismo, manufactura, etc. Muchas de ellas sin valor agregado… Prácticamente ante las malas experiencias quedaron relegados dentro de nuestra economía, misma rueda oxidada, sin nuevos aires y en realidad sin la voluntad política de hacer algo por dichas actividades, ahora están fácil concesionarlo y esperar los frutos, sentados, ignorando los derechos laborales y las reglas de juegos empresariales a los cuales son sometidos nuestros hermanos peruanos. E ignorar por completo a muchos connacionales con capacidades para asumir muchos proyectos y retos.

La receta no ha venido funcionando como se planteo desde un comienzo, sí; efectivamente queremos un país diferente, como no los prometieron en campaña. Implacables contra la corrupción y delincuencia, un crecimiento con inclusión social con participación activa dentro la economía nacional, programas sociales que reivindiquen al peruano y que sean trampolines de desarrollo y herramientas efectivas para salir del subdesarrollo, inversiones extranjeras con responsabilidad social y consecuentes con su ambiente externo e interno de la misma, no un estado con una posición entreguista de nuestros recursos naturales y por supuesto un gobierno de diálogo y concertación nacional, sin signos de autoritarismo rezagos de la derecha.

Seguiremos expectantes ante coyuntura nacional y el papel del presidente Humala, aunque los primeros síntomas de sus acciones políticas y economicas indiquen lo contrario a lo dicho en campaña.


Marat...