miércoles, 4 de noviembre de 2009

TODO UN ICONO

Muchas apreciaciones se tejen respecto a la rebelión emprendida por José Gabriel Condorcanqui, conocido también como Tupac Amaru II. Pero primero una breve reseña sobre el perfil de este personaje que trascendió fronteras, un icono de la lucha anticolonialista. En las imágenes que tenemos de él, se puede vislumbrar una aparente tranquilidad reflejada en su mirada, apasionado por el concepto de justicia. Orgulloso de su descendencia, y profunda admiración y respeto por la cultura europea. Cacique él, gozaba de muchos privilegios, a comparación con sus hermanos de sangre que eran salvajemente explotados por las fuerzas del aparato virreinal.
Existen versiones contradictorias a las mencionadas anteriormente, nos hacen ver un Tupac Amaru rudo e intolerante incapaz de sobrellevar una rebelión de semejante magnitud.

El desacato a la autoridad y liderar una revuelta en contra de los intereses coloniales solo se pagaba con la muerte.
¿Qué llevo a Tupac Amaru a rebelarse, teniendo los privilegios que poseía? El origen particular de su descendencia, el dolor identificado en su alma cuando veía al indio estremecerse ante los látigos y abusos de los corregidores, ante las nuevas medidas económicas, impuesta a las colonias que las empobrecían moral y económicamente a aquellos pueblos mutilados.
Nauseado por los constantes atropellos, el 4 de Noviembre de 1780, arremetió contra el corregidor Arriaga, dándole muerte días después, iniciando una gran travesía de antología por el Alto Perú, Tupac Amaru creyó ciegamente que era el momento de reivindicar en nombre de esa justicia acallada cargada por años en hombros de los indios despojados. Enmudeció y altero el orden del Virreinato, grandes masas de indios, mestizos y algunos criollos se sumaron a este movimiento que asombrosamente crecía y con el tiempo se adhirieron más adeptos con la consigna catapultar aquel vergonzoso capitulo. Una serie de acontecimientos que desencadenaron en traiciones dentro del movimiento, influyeron en el debilitamiento de aquella rebelión forjada por los pueblos originarios del Perú.
Entrego su vida integra por la causa de los pueblos oprimidos, no importándole el costo por el cual debía asumir, la muerte no lo acobardo, su familia no fue un impedimento, cuando todos se contagian con la fortaleza y el espíritu revolucionario, guiado por grandes sentimientos de amor hacia un pueblo que aprendió a ser desdichado en aquel fatal encuentro de culturas.