miércoles, 12 de octubre de 2011

UN DOCE DE OCTUBRE DE REFLEXION

Los vacios históricos y algunos sin sabores originados por la historia contemporánea; hoy desencadenan en una gama de inquietudes que van rondando aun por la cabezas de aquellos pueblos originarios; como también de las diversas generaciones enfrascadas en buscar una respuesta a cada fenómeno o transformación social dada muy comúnmente en pleno siglo 21, con un origen particular.
Si el holocausto nazi fue un genocidio condenado por todos los dedos acusadores de la historia, catalogado en más de una oportunidad, como el capítulo más vergonzoso de la humanidad, al igual que gobierno de Stalin en la ex Unión Soviética. Tan igual que el capitulo del oscurantismo en la Edad media iniciada por las cabezas de la iglesia católica. Entonces ¿Por qué no podemos poner en la misma balanza de la comparación, las atrocidades venidas consigo en el descubrimiento de América?

Hoy se recuerda un año más del descubrimiento de nuestro continente, nos enseñaron a celebrarlo con mucha algarabía, cuando hace siglos se convirtió en el inicio del fin de nuestras civilizaciones. Existe y seguirá existiendo mucha desinformación mientras se siga manteniendo el tema como un tabú, puede sonar exagerado de cierta manera, pero existe un hermetismo por parte de los educadores de limitarse en brindar más detalles sobre el descubrimiento de nuestro continente, quizás también víctimas de ese aletargamiento por el cual también fuimos educados, hemos cedido bastante terreno en busca de nuestra identidad, un afán por no reencontrarnos con nuestro pasado.

¿Nos hicieron mención, sobre la cantidad de vidas humanas perdidas de las culturas y civilizaciones desarrolladas desde México hasta el sur de Chile?
Los historiadores no cuentan con una cifra exacta de caídos que resistieron con sus culturas, solo aproximaciones; un ejemplo, de nuestra cultura incaica, se dice que de una población de diez millones de habitantes quedo reducida a menos de un millón, hasta inicios del virreinato, donde de cierta manera se realizaba informalmente censos de población. Ahora bien en Centroamérica se desarrollaron los Mayas y los Aztecas culturas relevantes que dominaron extensas áreas geográficas con poblaciones incalculables, de la misma manera también fueron reducidas en pocos años. Así como los mapuches, araucanos, los de la región del altiplano, los de Centroamérica en las Antillas, etc. La cifra puede superar fácilmente a cualquiera de los más grandes genocidios de la historia.

¿Cómo murieron? Murieron… resistiendo, esclavizados y como herejes: pagando el precio de su propia conquista ante la mano opresora de la corona española.
La relación conquistador- conquistado nunca fue de la mejores; cuando de antemano estuvo la ambición enfermiza del oro, nunca se dio lazos de diplomacia entre las dos culturas. Todo se desarrollo en un contexto de conflicto; los invasores emitían sus leyes para sus colonias y terminaban despojando de todo derecho a los legítimos dueños de las tierras, todo se forzó en nombre de los reyes católicos de España, dejando de lado costumbres, tradiciones y creencias indígenas. Se implanto, regando por todos los nuevos territorios de la corona española, la cultura occidental desde su religión hasta el arte, borrando todo vestigio o monumento indígena, levantando su cultura sobre los escombros de las culturas de nuestros antepasados.

Hoy doce de octubre, no es un día de celebración, ni mucho menos orgullo desbordante. Hoy es un día de reflexión para este continente golpeado; ya en sí desde el milenio pasado, hoy es una fecha para traer a la memoria a los millones de caídos, como también recordar nostálgicamente el inicio que marco el fenecimiento de nuestras brillantes y admirables culturas que cayeron ante la ambición del hombre barbón venido de España, grandes culturas de las cuales hoy el mundo se rinde ante ellas, aunque hoy huérfanas de sus riquezas y tesoros. Hoy es un día de reivindicación para que hechos como los que sucedieron hace más de cinco siglos, no se vuelvan a repetir en la actualidad, hoy siguen perdurando pequeñas culturas en nuestro continente, las cuales merecen respeto y consideración, no vulnerando sus derechos por más que este de por medio nuevamente el poder económico.

No hubo látigo acosador que pudo quebrar el espíritu aguerrido del indígena, ni ley venida del viejo mundo que pudiera sofocar a las gargantas sedientas de justicia; ni, garras de la tiranía que pudieran alcanzar los refugios de las almas libres; tampoco las llamas de la herejía  pudieron hacer arder los vestigios, aun vivos, de nuestros pueblos; no hubieron cadenas, ni argollas que impidieran levantarse una y otra vez contra la mano colonizadora; ni inquisición alguna que los alejara de sus creencias y costumbres guardadas sigilosamente; ni la sangre regada de sus hermanos pudo desvanecer el valor y el coraje para resistir por años; ni el pago absurdo, por el precio de su propia conquista los pudo desaparecer de la faz de la tierra.

Marat...