viernes, 24 de julio de 2009

EL TRANSPORTE, UN PROBLEMA LATENTE


Un vía crucis para algunos para otros un espectáculo el cual ya estamos acostumbrados todos los días a espectarlo; al ser inevitable salir de nuestras viviendas con dirección hacia nuestros respectivos destinos. Microbuses, custer, combis los cuales optamos como nuestros vehículos de transporte. ¿Listos para la gran parada infernal? El clima no es de los mejores, una mañana fría cambiando radicalmente el contraste del día, desde lejos se aprecia claramente la formación de una densa capa oscura que cubre en el transcurso de las horas, el panorama de nuestra ciudad. Cualquiera podría darle la denominación de “nube negra” Haciendo una nueva y vigente clasificación de nubes, pero pecaríamos de ingenuos al no reconocer; que tenemos un problema. Un problema, el cual muchos lo dejamos pasar desapercibido. La eminente contaminación atmosférica de nuestro cielo arequipeño, que se puede percibir desde las primeras horas del día, un espectáculo a parte, los animadores de lejos se acercan raudamente unos monstruos motorizados, listos para gritar “¡¡¡coooooooche a la vista!!!” sobrepasando los 40km por hora. La competencia es reñida entre vehículos, inevitablemente hace persignar por anticipación a los espectadores que se encuentran en el paradero. Otros pasajeros vibran de emoción al ver en vivo y en directo el deporte de los fierros que los apasionan por la gran velocidad que imprimen en nuestras pistas de la ciudad. Pero un momento monos que se cuelgan en la puerta de los vehículos, increíble… malabaristas dispuestos de deleitar a su publico. No replica el caballero de mi costado, solo son inescrupulosos cobradores que arriesgan sus vidas por “taquear” un pasajero mas. Mientras todos atónitos en el paradero levantando la mano; ante desasiere del chofer de la custer. Replicándonos y reprochando a nuestras autoridades por la falta de mas líneas de Transporte, pero bueno, un poco de irresponsabilidad de nuestra parte por salir unos minutos mas tarde. Creo que, no es nuestro día, muchos de los que estamos en este paradero tendremos tardanzas, descuentos o llamadas de atención por nuestra merecida impuntualidad. En ese clima de zozobra e incertidumbre se aproximan a toda maquina, dos combis. La duda crecía no sabíamos a ciencia cierta de que línea se trataba, unos cruzaban los dedos otros ya resignados ni se acercaban al tumulto que esperaba ansiosamente a las combis. Al parecer no estaban rebasando totalmente de pasajeros, existía la posibilidad que el chofer detenga la combi ante nuestros esfuerzos realizados, cada uno trataba de levantar la mano lo más alto que podía. Los escolares empujándose por subir primero, la muchedumbre hambrienta de subir y al menos evitar la tardanza. Aquí el respeto se dejaba de lado, lo importante era subir a costa de lo que sea, los ancianos y personas en gestación tendrían que luchar cuerpo a cuerpo por un sitio dentro de la combi. La combi freno estrepitosamente, se abre la puerta del vehiculo. Nadie baja, solo el cobrador asoma el cuerpo repentinamente empieza a gritar con una voz aguardientosa “Avelino, Independencia, M. Castilla”. La pugna había empezado, mas aun sabiendo que la otra combi ignoro a los que levantaban el brazo, los primero en subir fueron lo niños que usaban sutilmente las mochilas para arremeter contra los demás pasajeros, seguíamos subiendo a los empujones al vernos amenazado por la prepotencia del cobrador que nos apuraba como animales, y mas aun con el temor de que el vehiculo arranque en cualquier momento, se escuchaba los ronquidos del vehiculo lo cual indicaba que el irresponsable chofer estaba con un pie en el acelerador. Al sobrepasar el exceso de la capacidad pasajeros, el chofer intuyo marchándose satisfecho con la puerta abierta, exponiendo a su cobrador y a dos de los pasajeros. Tendrían que tener mucha confianza y fe en su resistencia para no salir despavoridos e inválidos de semejante burrada, que ningún pasajero estaba dispuesto a cuestionar. Debía estar un poco tranquilo y satisfecho por dirigirme directamente hacia mi destino, pero fue todo lo contrario. Había resultado que el chofer no estaba en el horario correspondiente y se encontraba relativamente retrasado. Lo comprobé cuando me percate de la presencia de otra unidad de la misma línea que se encontraba paralelamente en la pista. Ambos con el mismo rumbo, uno por mantener su horario y otro por recuperar tiempo perdido se enfrascaron en una de las carreras más disputadas y absurdas que el mundo automovilístico pudo engendrar. Pequeñas muestras que afirman que lejos de haber chóferes irresponsables al volante, existen personas que sufren de alteraciones mentales que conlleva a los resultados ya conocidos. En plena competencia un caballero de la tercera edad, pasajero el, lo increpo al chofer señalando que dejara de conducir como un enfermo. El chofer arremetió contra el caballero con un cinismo que ya aflora en nuestra sociedad. Y que ya es parte de nuestra idiosincrasia, aunque no les guste a otros. Pero siendo la cruda realidad. Después furibundos ajetreos dentro del vehiculo, caídas y tropezones empezaba a descongestionarse ante los eminentes paraderos de sus destinos. El volumen del radio sobrepasaba los límites, la combi parrandera que manejaba placidamente el chofer nos generaba molestia a gran parte de los pasajeros. Pero bueno quizás así lo hagan con más gusto y dedicación su trabajo. Ni que decir de su vocabulario florido, ni de su aseo personal. Una lastima que nuestro transporte público pase por estas circunstancias, ante la falta y exigencia por parte de nuestras autoridades por mostrar un replanteamiento en el servicio público evitando más muertes y contaminación posible. Según las últimas estadísticas muestran claramente que nuestra ciudad blanca entre comillas es una de las ciudades con los más altos índices de contaminación, el apelativo de ciudad blanca dejo de serlo por una ciudad en tinieblas. Fácil de percatarse en las frías madrugadas de invierno arequipeño.

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