martes, 13 de octubre de 2009

500 AÑOS DESPUES, LAS HERIDAS SIGUEN INTACTAS

Hoy aun recuerdo las frías aulas del colegio, lo falso de nuestra historia contado como un mal intencionado cuento de hadas imposibilitándonos a descubrir una verdad celosamente guardada por nuestros propios temores. Solo se esbozaban elogios a la gran proeza realizada, exactamente hace cinco siglos atrás, por el valiente genoves Cristóbal Colon y sus tripulantes; descubrir nuestras tierras, el gran merito digno de ser admirado por todo una Europa renacentista.
Las virtudes destacadas del buen Cristóbal Colon que nos hicieron creer; no existieron o al menos no se asemeja al Colon aventurero y pacificador en busca de la gloria.
Se dice que los reyes católicos habían depositado su integra confianza en Colon; el financiamiento de trascendental viaje había dejado sumido en una profunda crisis a España; los exorbitantes empréstitos dejaban bajo merced y total disponibilidad de la corona a los banqueros y acreedores; que veían un fracaso la travesía dirigida por Colon. Los planes del almirante totalmente vetados, duramente cuestionados por lo imposible y suicida de su viaje, no veían un fundamento lógico ni geográficamente sustentado que pudiera dar la certeza de llegar a buen puerto. Ciegamente confiado en los manuscritos y mapas de Marco Polo no temería los misterios que le depararía el mar. Sumado a la desesperación de la corona por encontrar nuevas rutas se autorizo la acelerada salida de dicha expedición al mando de Cristóbal Colon, acompañado de los hermanos Pinzon dentro de las dichosas carabelas. La flota de marinos y tripulantes estaría confiada a los presos que purgaban condenas en los diferentes calabozos del reino, definitivamente gente de mal vivir, ante la rotunda negativa de los marinos de zarpar hacia el fin de sus vidas.
Los percances y altercados en pleno trayecto se dieron, poniendo en juego la vida de Colon; reinando durante meses la desesperación en las carabelas.
Después de muchos inconvenientes, un doce de octubre desembarcaron en una de las islas que en la actualidad forman parte de las antillas.
Una sensación especial para Colon, después que sus botas tocaran nuevas tierras, clavando la cruz sobre territorios descubiertos; inmediatamente declarándolos como tierra de los reyes católicos bajo la voluntad del divino señor dios.
Poco después ocurriría un hecho que marcaría para siempre el inicio de una nueva época, donde el choque o encuentro de culturas seria inevitable de acontecer. Los indígenas, legítimos dueños de esas tierras saldrían al encuentro de los invasores, y las atónitas miradas que lanzaban aquellos hombres barbones con espadas y armaduras que nunca imaginaron toparse con extraños seres cubiertos con diminutas prendas, plumas y pintorescos adornos que colgaban en sus narices, oídos y cuellos. Los propietarios de aquellas tierras igual de impresionados quedaron, creyeron en el regreso de sus dioses que alguna vez los abandonaron, venían del mar en alguna extraña cosa flotante; su deducción a primera vista.
El encuentro de esas dos culturas: una legítima y una que venia a usurpar provoco una inclinación de supremacía de una sobre la otra. La facción de colon quedo fascinado con las tierras descubiertas, el edén que algunas ves prometió dios para los suyos, para redondear el codiciado oro que fluía por todos rincones de aquel paraíso y las descomunales cantidades de especias hacían presagiar el trágico destino de aquellas culturas. Cobardemente se aprovecharon de los indígenas ante lo apacible y nada violento de su accionar favorable para un ambiente de explotación y dominación totalitaria, hicieron del edén, el mismo infierno que tanto nos pregonaron.
Las leyes y disposiciones obligaron a los indígenas a convertirse a esclavos a tiempo completo reconociendo la autoridad del rey sobre sus tierras, los llamamientos a convertirse a la religión católica ponía en jaque mate a pueblos enteros; una vida miserable o la muerte una decisión importante que debían asumirla libremente cada uno de los indígenas. Pero no era raro que muchos optaran por los suicidios en masa antes de ir al cielo donde los españoles irían tarde o temprano por el hecho de ser católicos descendientes puros de dios. Atrocidades emprendidas por la ambición insaciable de los españoles.
El “correcto” Colon antes de partir de España capitulo inteligentemente con la corona española asegurando su participación directa del botín y de las tierras que descubriese.
A lo largo de sus cuatro largos viajes, el almirante consintió beneplacitamente a su reina Isabel, habiendo muchos caprichos y vanidades por satisfacer. El tráfico de indígenas o mejor dicho de esclavos creció alarmantemente dejando muchas veces de considerarlos como seres humanos, cómplice por años la iglesia católica.
Las bulas y tratados entre naciones europeas; resolvieron a no llegar a las agresiones bélicas: Solo contribuyeron a despojar de sus tierras a nuestros abuelos, apropiándose de grandes extensiones de territorio omitiendo los derechos de sus anteriores dueños.
La cruz y la espada anduvieron siempre de la mano sembrando el miedo y el terror en todos los rincones donde sus huestes llegaron. Su presencia significo la liquidación de culturas completas, extirpación de nuestras raíces y el genocidio de miles de pueblos que sucumbieron ante la ambición de todo un continente que fracciono, dividió y despojo a su antojo nuestras tierras.

Marat...

No hay comentarios:

Publicar un comentario